Me resulta muy curioso pensar en cómo ha evolucionado mi relación con el café a lo largo de la última década. En los 2010s, apenas tomaba café, por no decir nunca. Pero en los 2020s llegó un momento que incluso noté una ligera dependencia (más adelante os cuento cierto episodio que encendió mis warnings). ¿Cómo he pasado de un extremo a otro? Considero que el punto de inflexión lo marcó el momento en que empecé a madrugar más. Hace diez años trabajaba por las tardes y me levantaba la mayoría de los días sin despertador. Así cualquiera. Ahora, a las seis y media de la mañana tocan diana y os aseguro que el mundo a esa hora no es un lugar muy agradable… Por eso, un día decidí hacer una inversión importante y comprar una cafetera automática. Y aunque en su momento me dolió mucho en el bolsillo, ahora me parece la mejor decisión que pude tomar. No quiero volver atrás.
He usado cafeteras de cápsulas en el pasado, pero comprar una cafetera automática es la mejor inversión que pude haber hecho
En esa época en la que apenas tomaba café, tiraba con una Dolce Gusto de cápsulas. Primero tenía el modelo más básico (el típico que te regalan en el banco). Este fue mi starter pack.
Después, cuando aumentó mi consumo de café, repetí la fórmula y me hice con otra Dolce Gusto de cápsulas, pero esta vez con un depósito de agua un poco más grande. En el fondo, la utilidad de ambas era la misma.
En este punto, un poco después del confinamiento empecé a concienciarme un poquito más sobre el tema de la alimentación y revisé también la calidad del café que consumía, así que pasé de comprar cápsulas a prepararlas yo misma. Compraba un buen café en grano, lo molía con un molinillo independiente y rellenaba cápsulas reutilizables con él. Este mi medium pack.
Pero no me convencía este sistema. Notaba que perdía mucho tiempo moliendo el café, rellenando la cápsula, limpiándolas… Además, no era un sistema del todo perfecto, ya que a veces la cápsula se abría sola o después de varios usos no cerraba bien. Tenía otro problema y es que si no la colocaba en la posición exacta cada vez, la cafetera, al ser de aguja, pinchaba cada vez en un sitio diferente de la cápsula. Este método, para hacer un café esporádico, está bien. Pero para preparar en torno a 2-3 cafés al día por persona no era la mejor idea.
Fue entonces cuando decidí comprar una cafetera automática. Fue una decisión muy meditada, ya que conllevaba una alta inversión. Pero no hay un solo día que no me alegre de haber hecho este cambio. Si tú también te lo estás planteando, aquí tienes la señal que estabas esperando para terminar de decidirte.
Escogí una Saeco Lirika, por influencias de un amigo que la tenía en su casa desde hacía muchos, muchísimos años, y me dijo que era una inversión a largo plazo. Aquí os la dejo para que la podáis ver. Debo apuntar que en 2021 costó como 150 euros menos del precio al que la he visto hoy. La inflación, qué os voy a contar…
Además, cuando quiero algo más especial, también utilizo el Aeroccino de Nespresso y unas plantillas de arte barista, aunque reconozco que, pasada la novedad, ahora apenas lo uso una vez por mes… si es que llega.
Comprar una cafetera automática es una inversión que merece mucho la pena si vas a preparar varios cafés al día y si disfrutas con esta bebida y eres un usuario un poquito exigente. Sinceramente, no volvería a las cafeteras de cápsulas, me parece que a la larga sale más caro o te hace perder más tiempo. Es un gustazo pulsar dos botones y tener a los pocos segundos un café recién molido, con el aroma y el sabor del que te tomarías en tu bar favorito.
En el caso de la Saeco Lirika que yo tengo en mi cocina, es cierto que es un modelo muy voluminoso y que me roba un espacio importante, pero a día de hoy no prescindiría de ella y me la volvería a comprar (esta u otro modelo similar) porque en mi día a día le saco muchísima utilidad. Tecnológicamente no es la más avanzada, como puedes ver la pantalla es bastante pequeñita y se controla mediante botones físicos. No tiene conectividad y tampoco te permite guardar perfiles de usuarios o preparaciones favoritas.
Todo se controla mediante cinco botones: el de encendido / apagado, dos para el café según si lo queremos más corto o más largo, uno para hacer vapor y otro para agua caliente para infusiones. Además, nos permite también preparar dos cafés a la vez, simplemente pulsando dos veces seguidas el botón de la largura de café que queremos.
Decidir comprar una cafetera automática me ha ayudado a ahorrar mucho tiempo, a hacerme la vida un poco más cómoda y a redescubrir que el café para mí ya no solo es una necesidad vital para despertar, también es un momento de placer que ahora lo tengo disponible en cualquier instante. Tener el molinillo integrado y la posibilidad de moler el café al momento me parece su mejor punto, ya que no pierde aroma ni sabor. No es lo mismo tenerlo preparado en la nevera, como ocurre por ejemplo cuando hacemos café en la italiana, que cada taza se prepare justo en el momento en que se va a consumir. Si te consideras una persona amante del café es un lujo que debería entrar sí o sí en tu wishlist.
Mi colección de cafeteras no acaba aquí: también tengo una vietnamita, francesa, italiana… ¿Las conoces?
Sí, aunque ahora estoy algo más relajada con este tema, hubo una época en la que me dio muy fuerte con el café. Y empecé a comprar varias cafeteras curiosas que fui descubriendo.
Después de comprar una cafetera automática, llegó a casa la cafetera italiana. No necesita presentaciones, ya que es probablemente el tipo de cafetera más conocido y presente en los hogares de medio mundo. A mí personalmente eso de esperar a que salga el café no me gusta, me genera algo de inseguridad tener que controlar que no se desborde. Además, me encontraba con el mismo problema que con la de cápsulas y es que si quería comprar el café en grano, previamente tenía que molerlo y al final es un poco engorro. Si a ti no te disgusta (o vas a comprar el café ya molido), lo cierto es que es una opción muy económica y muy válida.
Un poco después, en casa de unos amigos descubrí la cafetera francesa. También se conoce como cafetera de émbolo o prensa. Y me pareció un concepto muy bueno. Aquí tampoco te ahorras el paso de moler el café o comprarlo ya molido, pero, a cambio, lo único que tendrás que hacer es calentar el agua y verterlo, junto con el café, en esta cafetera. Espera a que infusione un poco y baja el muelle despacio para que se haga tu bebida. Este sistema es el que utilizo cuando quiero tener café descafeinado disponible, ya que la cafetera automática tiene un único depósito para granos de café.
Y, por último, la última adquisición que llegó, más por capricho que por utilidad, fue la cafetera vietnamita. Toma el concepto de las cafeteras de goteo. La descubrí en un restaurante de esta gastronomía y me pareció muy curiosa. Además, es baratísima y no ocupa nada de espacio. La he usado solo una vez. Lo sospechado. En este caso, colocas el café molido y el agua caliente y sitúas la cafetera sobre tu vaso o taza. Poco a poco, va cayendo por un sistema de goteo. Es muy lento, pero si quieres hacerlo a modo de ritual la verdad que también puede ser muy relajante.
Hablemos de café: he introducido estos pequeños cambios en mi vida y así ha mejorado mi relación con él
Como te decía al principio de este artículo de opinión, en un momento dado noté cierta dependencia. Pasé de no tomar nunca café a hacerlo por las mañanas, en el desayuno. Luego introduje el café de después de comer. Y finalmente el de media mañana. Tres cafés al día. Un día, leí que es bueno hacer una semana detox de cafeína y llené el depósito de mi Saeco Lirika con descafeinado. Hacía tiempo que no tenía una semana tan horrible. Me moría de sueño todo el día, estaba cansadísima, noté una disminución de productividad en el trabajo e incluso estaba algo irascible.
Me prometí no volver a prescindir del café. Pero dos semanas después, tras una extracción de muela del juicio mi dentista me recomendó no tomar café en unos días. Y no sé si fue porque esta vez no me quedaba más remedio o porque aquella fatídica semana ya había hecho sus efectos en mi organismo, esta vez no lo llevé nada mal. Al contrario, apenas eché de menos la cafeína.
De hecho, aproveché para lanzarme un órdago y proponerme eliminar el café de las seis y media, ese que para mí era el más imprescindible. ¿El motivo? El cortisol. Recientes estudios recomiendan no tomar café hasta pasados 90 minutos desde que te despiertas. Y es precisamente porque los niveles de cortisol (los responsables del estrés, entre otros), alcanzan su pico cuando nos despertamos y si encima los manipulamos añadiendo cafeína, según estos estudios, es un poco una bomba para nuestro cuerpo. Además, de este modo he pasado de tomar tres cafés al día o solo dos (o incluso, algunos días, sustituyo uno de estos por té).
Si no tienes una contraindicación médica, la cafeína no es mala, al contrario, un buen café, de calidad, sin azúcar, puede tener muchos beneficios para nuestra salud. Pero abusar de ella sí puede ser negativo. Sobre todo, veo importante tratar de luchar contra todo aquello que notemos que nos está generando dependencia.
Si quieres empezar a reducir tu consumo, te recomiendo valorar la posibilidad de esperar un poco para tomar ese primer café del día, además de sustituir alguno de ellos por un té o combinarlo con un descafeinado, para conseguir ese “efecto placebo” que tal vez necesitas. También sería interesante que valores cuánta cafeína tiene un café, para que puedas elegir un tipo u otro en función de si quieres aumentar o reducir la dosis.
Aunque en la cantidad de cafeína del café incluyen factores como la variedad elegida o incluso el grado de molido, esta es una buena referencia que puedes tomar para saber cuánta cafeína estás consumiendo en cada bebida:
- Café espresso o filtrado: Es el que mayor cantidad de cafeína tiene. Contiene en torno a 80 mg.
- Café instantáneo: Ronda los 50 mg.
- Café americano: Al diluirse con agua caliente, se reduce la concentración de cafeína. En este caso, se estima que ronda los 30 mg.
- Café en cápsulas: Depende mucho del tipo de café y la composición de la mezcla. En su caja podrás ver los valores que contiene, que pueden ser muy reducidos o muy elevados, por lo que es importante tenerlo en cuenta.
- Café descafeinado: Ojo, porque tiene truco. Aunque se llame así, algo de cafeína suelen tener. Eso sí, casi anecdótico, ya que apenas ronda los 3 mg, que como ves, comparado con las opciones anteriores, es una concentración mínima.
Hay otros tipos de bebidas con los que puedes obtener cafeína en una alta concentración. Por ejemplo, los refrescos de cola suelen tener en torno a 40 mg, las bebidas de té en torno a 50 mg y las bebidas energéticas pueden superar los 80 mg.
Sí, a mi mejor amigo le recomendaría comprar una cafetera automática (y a ti también)
Considero que mi relación con el café ha mejorado muchísimo en las últimas semanas, ya no siento esa “dependencia” de no ser persona hasta que no me tomo el primer café del día, pero sigo disfrutándolo muchísimo.
En cuanto al tipo de máquina, seguiré con mi Saeco Lirika hasta que diga adiós y después, de momento, comprar una cafetera automática seguirá siendo una decisión clara para mí. Si quieres simplificarte la vida y disfrutar de un café de calidad, mi consejo es que tú también te compres una. Es una inversión elevada, no cabe duda, pero se amortiza sola.